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Argentina se reacomoda para revertir el déficit energético

Un informe de la consultora KPMG destaca la importancia de la explotación de recursos no convencionales en Argentina y la puesta en marcha del programa de energías renovables.
Horacio Beascochea
Por Horacio Beascochea

El comienzo del 2017 puede marcar un escenario diferente ante la recuperación de los precios mundiales del petróleo, luego de los cambios que comenzaron a gestarse en diciembre del 2016, con el repunte en el precio del petróleo (llegando a los U$S 54/bbl en promedio), en respuesta al acuerdo de los miembros de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que recorta la producción y al cual se estarían sumando otros No-OPEP tales como Rusia, México y Omán.

A pesar de este cambio de tendencia del precio internacional, la economía mundial no termina de ponerse en marcha y el proceso de crecimiento sostenido necesario para recuperar el terreno perdido y brindar previsibilidad se ve constantemente pospuesto, según da cuenta un informe de la consultora KPMG.

Entre las razones de la recesión se destaca un escenario internacional de incertidumbre que incluye las restricciones a la oferta de crudo, las acciones militares en Oriente Medio (básicamente en el norte de Siria), la posición adoptada por la OPEP y otros países productores y,el cambio de Presidente a partir de enero 2017 en los EE.UU. (primer productor y consumidor mundial de hidrocarburos, entre otros puntos.

Con anterioridad, entre el 2003 y el 2014, hubo una etapa de precios altos de petróleo y gas. Valores que se desplomaron desplomó en un 58 y el 53% respectivamente entre el 2015 y los primeros nueves meses de 2016.

Nuestro país, acompañó ese proceso de crecimiento que se inició en el 2003, explicado por el surgimiento de las economías emergentes (principalmente las denominadas BRICS Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica-) y su presión sobre la demanda internacional de insumos, lo que traccionó los precios de la mayoría de las commodities.

En este contexto, con la inauguración del ciclo de incrementos en los precios internacionales, la Argentina desempeñó un rol significativo por ser un país productor y exportador de materia prima (cerca del 6% de su PBI y alrededor del 25% de sus exportaciones están representados por la producción primaria) y por estar atada a los vaivenes externos.

El país experimentó un crecimiento de pocos precedentes, apoyado en la mejora de los términos del intercambio que, en conjunto a un tipo de cambio retrasado y precios domésticos estables, dio lugar a una ventaja competitiva en los mercados internacionales. Pero el crecimiento se estancó frente a distintos acontecimientos de origen interno y externo.

La falta de inversión, en conjunto con un modelo económico de crecimiento apoyado en el consumo, retrajo la oferta y generó un aumento de precios domésticos. A ello deben sumarse las devaluaciones que tuvieron lugar en 2014 y 2016 (la primera del 50%, cuando el precio del dólar pasó de un promedio de $ 5,5 a $ 8,1, y la última, mayor al 60%, cuando saltó pasó de $ 9,2 a cerca de $ 15), resultado de la inflación, las presiones ejercidas sobre la demanda de divisas y la falta de confianza.

En materia energética, entre el 2005 y 2015 Argentina pasó de exportador a importador neto de energía. “Este hecho estuvo explicado por una caída significativa de la producción de gas y petróleo (que comenzó a fines de la década del 90), como así también por el importante desfasaje que generaron las políticas aplicadas a la oferta (precios no rentables e incertidumbre, que retrajeron inversiones) y a la demanda (tarifas subsidiadas que promovían un consumo desmedido)”, detalla el informe de KMPG.

“Este proceso llevó a la Argentina a observar un importante deterioro en su balance comercial, debido al incremento sustancioso que experimentaron sus importaciones de gas y electricidad (principalmente de países de la región como Bolivia, Uruguay y Paraguay, y extra-regionales como Qatar y Trinidad y Tobago), y que hoy intenta paliarse con medidas para fomentar la oferta (precios locales subsidiados) y acomodar la demanda (re-estructuración del modelo tarifario para el consumo de gas y electricidad residencial e industrial).”

“No obstante, luego de estos ajustes de orden macroeconómico, la recuperación y mejora de la competitividad de los sectores productivos, principalmente del energético, conforma el gran desafío a futuro (con mejoras que alcancen los marcos normativos, regulatorios e impositivos generales y particulares)”, sostiene el informe.

En referencia a la producción e inversión en petróleo y gas el informe plantea “la necesidad de mantener el objetivo de aumentar la producción de hidrocarburos y garantizar inversiones a partir de la reducción de los costos de perforación.”

“Los recursos no convencionales siguen siendo la salida a la crisis energética pero para el mediano y largo plazo, no solo por los condicionamientos de la coyuntura sino porque los procesos de exploración y explotación que son más extensos”, se advierte.

Además, se destaca el impulso a los recursos renovables, sector que ha tomado un gran impulso a partir de la puesta en marcha de la Ley N° 27.191 de fomento a la generación de energía eléctrica a partir de fuentes renovables que inició un proceso de licitaciones con gran participación del sector privado.

En cuanto a los desafíos de la industria petrolera argentina, el informe de KPMG advierte sobre la necesidad de disponer de recursos humanos calificados, los obstáculos al financiamiento para los proyectos de inversión y los contratos de cobertura en un escenario de precios deprimidos.

También detalla la necesidad de prestar atención al impacto medio-ambiental, la seguridad jurídica; y la necesidad de una mayor inversión en infraestructura no solo en lo referido a los requerimientos para explotar recursos no convencionales, sino también en materia de distribución y transporte.

Por último, el documento sostiene que es necesario un análisis pormenorizado de la formación de precios (que tenga en cuenta a qué precio pueden ser extraídos estos recursos en el país y cómo debe financiarse la actividad) y un profundo análisis de correlación entre las variables de inversión, producción y precios internos.

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