El esquisto norteamericano se ha convertido en un jugado más a la hora de regular el precio del petróleo y en consecuencia, la extracción o no del crudo y la decisión de las petroleras de volcarse a otras formas de explotación de hidrocarburos.

Después de caer hasta los 30 dólares, el precio del crudo se fue recuperando hasta oscilar entre los 45 y los 50 dólares por barril. Ese escenario se mantendrá en el 2018, anticiparon entre otros, los bancos Barclays y BNP, que rebajaron sus previsiones para el barril de Brent hasta los 50 dólares tanto para 2017 como para 2018.

En Argentina, la política oficial hidrocarburífera se apoya fundamentalmente en los desarrollos de proyectos en Vaca Muerta, adonde YPF encabeza un proceso de investigación destinado a bajar los costos de extracción.

Para eso, los empresarios y el gobierno nacional acordaron con los sindicatos de petroleros neuquinos poner un límite a los salarios de los trabajadores a cambio de un compromiso de inversión de las compañías que generaría miles de nuevos puestos de trabajo. Y para justificar las necesidades de la renta, el Gobierno instauró un precio sostén para la producción de gas con una garantía por tres años.

Esta política de subsidios ya le genera conflicto al ministro de Energía, Juan José Aranguren, con sus viejos aliados del club de ex secretarios de Energía, que fueron opositores acérrimos de la política energética del kirchnerismo. “Los subsidios para el precio del barril criollo siguen sin dar resultados. Se requiere de una nueva política exploratoria con inversiones inmediatas para recuperar el abandono de 25 años en la materia y revertir la tendencia”, dijo esta semana Jorge Lapeña, presidente del Instituto Argentino de Energía, citado por El Cronista y el diario LM Neuquén.

En cuanto al precio del petróleo, la firma estadounidense Goldman Sach, la más influyente en el mercado de commodities en el mundo, estimó que el petróleo podría bajar de los 40 dólares si la OPEP y Rusia no recortan en mayor medida su producción, si los inventarios de crudo continúan muy por encima de la media de los cinco últimos años y si los productores de shale oil en Estados Unidos no frenan el auge que trae la actividad.