
El economista y analista internacional Pablo Benítez Jaccod describe un escenario global en el que la administración de Donald Trump busca reformular el comercio internacional con una agenda disruptiva.
Bajo el liderazgo de su Secretario del Tesoro, Scott Bessent, Estados Unidos impulsa una renegociación de aranceles, alineada con su concepción de defensa irrestricta de los intereses nacionales.
La visita de Bisen a Argentina y su encuentro con el presidente Javier Milei se inscriben en este contexto de redefinición geopolítica, en el que Washington aspira a consolidarse como una potencia manufacturera global. Paralelamente, el gobierno estadounidense avanza en su estrategia energética con la premisa "Drill Baby Drill", un plan agresivo para duplicar la producción de gas y petróleo en los próximos años.
Este enfoque energético se refleja en la cooperación con India y Japón, con Alaska como posible plataforma de abastecimiento. En América del Sur, la Cuenca Neuquina y Vaca Muerta emergen como actores clave en la interconexión regional, especialmente con Chile, en un esfuerzo por diversificar las exportaciones y consolidar acuerdos energéticos estratégicos.
El impacto de estas decisiones resuena en los mercados financieros, con el repunte de industrias clave, como la inteligencia artificial y la manufactura avanzada, en estados como Texas y el Medio Oeste. Mientras tanto, el avance de la infraestructura en Vaca Muerta y la instalación de plantas de gas natural licuado en Río Negro perfilan a Argentina como un socio energético en la nueva configuración global.
El desafío de aprovechar el momento oportuno
En este escenario de transformación, el aprovechamiento estratégico de los recursos energéticos adquiere una importancia crucial. Vaca Muerta, como activo energético federal, representa una oportunidad única para Argentina en términos de diversificación económica y generación de divisas, comparable al impacto histórico de la Pampa Húmeda. Sin embargo, la ventana de oportunidad es limitada: el valor de los activos energéticos puede variar drásticamente según el contexto global.
La integración económica con los países del Mercosur, la optimización de la infraestructura y la simplificación de los procesos de exportación son claves para que Argentina capitalice este momento. Países como Chile, Brasil y Uruguay presentan una demanda creciente que podría fortalecerse con un esquema ágil de interconexión regional. No obstante, obstáculos como regulaciones imprevistas o impuestos adicionales, como se debatió recientemente en Río Negro, pueden frenar la inversión y retrasar el posicionamiento estratégico del país en el mercado global.
En un entorno marcado por la velocidad de los cambios geopolíticos y económicos, la capacidad de reacción y ejecución de la clase dirigente será determinante para transformar el potencial energético argentino en una ventaja competitiva real.
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